lunes, 23 de febrero de 2009

viernes, 20 de febrero de 2009

domingo, 15 de febrero de 2009

LAS FINANZAS DEL DESIERTO: GRANDES NEGOCIOS A 48 GRADOS CENTÍGRADOS


Con el barril de petróleo en 90 dólares, el problema para los países del Golfo Pérsico es qué hacer con tanto dinero. Y su pequeño vecino Dubai les ofrece una solución: invertirlo.
El jeque Mohammed Bin Rasid Al Maktoum es el monarca de Dubai y el primer ministro y vicepresidente de Emiratos Árabes Unidos. Su sueño era sembrar el petróleo en el desierto.

Tras años de mucho trabajo, está recogiendo los frutos. El petróleo representaba el 50% del PIB hace 20 años. Ahora supone menos del 6% y la intención es que en 2010 descienda hasta el 1%.

















El milagro diversificador ha permitido que la economía de Dubai crezca al 10% anual desde hace una década, con el apoyo de sectores como el turismo y los servicios.
Ahora, la economía de Dubai cuenta con un nuevo pilar: el sector financiero. El jeque ha creado el mayor centro financiero independiente de Oriente Próximo, una zona de 445 kilómetros cuadrados en la que se asientan las principales firmas de inversión del mundo y que cuenta con una de las bolsas más modernas del planeta.
El Centro Financiero Internacional de Dubai (DIFC, según sus siglas en inglés) es una de la áreas económicas más calientes del planeta y no sólo porque la temperatura puede alcanzar allí los 48 grados centígrados.
El centro nació en septiembre de 2004 y acoge ya a unas 500 compañías. Goldman Sachs abrió oficina en Dubai en marzo. JPMorgan lo hizo en abril y Lehman Brothers en mayo. Otros gigantes como Credit Suisse, Société Genérale y Merrill Lynch también están presentes en el emirato.
Además del dinero fresco de la región, el centro financiero quiere atraer al menos parte del billón de dólares que los países de la zona tienen invertido en lugares como Nueva York, Londres y Hong Kong. Las autoridades del centro quieren ayudar a canalizar unos 90 procesos de privatización de compañías todavía pendientes de ejecución en la zona y promover la salida a bolsa de empresas privadas.
El año pasado, sólo los seis países del Golfo Pérsico generaron 3.000 millones de dólares en comisiones para la banca de inversión. Los expertos creen que los ingresos de los grandes bancos en la región crecerán entre un 20% y un 25% anual.
Para garantizar el flujo de empresas hacia el centro financiero, el Gobierno de Dubai ha dado todas las facilidades. Las compañías que se instalan allí están exentas del pago de impuestos durante 50 años y no existe ningún límite a la repatriación de capitales.
(…) La ciudad de Dubai, además, ofrece un entorno multicultural, cosmopolita y de lujo desbocado. El 80% de su población es extranjera y, en una ciudad con apenas millón y medio de habitantes, se pueden encontrar 30 hoteles de cinco estrellas y el primer hotel de siete estrellas del mundo, el famoso Burj Al Arab.
El dinero, como la tos, es difícil de esconder y en Dubai no se hace ningún esfuerzo por ocultarlo. La construcción de lujosos complejos residenciales y turísticos en el mar y su torneo de golf del desierto son prueba de ello. Dubai organiza la carrera de caballos con el mayor premio del mundo y hasta se han inventado unos juegos olímpicos del consumismo, el Dubai Shopping Festival.

lunes, 9 de febrero de 2009

LOS ANTIGUOS ZIGGURAT MESOPOTÁMICOS INSPIRAN LA PRIMERA CIUDAD-PIRÁMIDE AUTOSUFICIENTE


DUBAI, (OTR/PRESS)
Los Ziggurat, aquellos templos de la antigua Mesopotamia con forma de pirámide o torre escalonada, han inspirado el último gran proyecto que se presentará próximamente en Dubai, ese emirato árabe que se ha caracterizado en los últimos años por sus faraónicos proyectos urbanísticos.
El conjunto de islas artificiales con forma del planeta tierra, el rascacielos más alto del mundo y la torre de plantas giratorias dejan ahora paso a un nuevo concepto de la arquitectura: un Ziggurat autosuficiente con capacidad para más de un millón de personas.
El proyecto, que se presentará en el Cityscape Dubai del Centro Internacional de Exposiciones de Dubai entre el 6 y el 9 de octubre de este año, ha sido desarrollado por Timelinks, una compañía con base en el emirato árabe y que se caracteriza por sus proyectos respetuosos con el medio ambiente. La idea aún no tiene fecha de inauguración ya que por el momento todavía ningún comprador se ha interesado. El Ziggurat es, en esta línea, una proyección de lo que podría ser una gran ciudad autosuficiente y ecológica, pues aprovecha la energía natural para abastecer a sus habitantes.
El edificio se vale de la energía solar, eólica y del vapor para autoabastecerse de energía, reduciendo así las emisiones de carbono, y tampoco requerirá de coches. "Las comunidades Ziggurat pueden ser casi totalmente autosuficientes en lo que respecta a la energía. Además de utilizar la energía del vapor en el edificio, también emplearemos tecnología de turbinas de viento para aprovechar los recursos energéticos de la naturaleza", aseguró Ridas Matonis, director general de Timelinks en declaraciones a 'Worldarchitecturenews.com' recogidas por otr/press.
¿SUSTITUTOS DE CIUDADES?
Con una planta de 2,3 kilómetros cuadrados, el Ziggurat cuenta con una red de transporte interno interconectada en 360 grados, tanto verticalmente como horizontalmente, por lo que no sería necesario coger el coche. Según sus diseñadores, las ciudades ya existentes podrían sustituirse por algunos de estos Ziggurats, con el beneficio de que ocupan tan sólo un 10 por ciento de la superficie utilizada acutalmente por nuestras ciudades, con lo que el territorio sobrante podría utilizarse para cultivos o infraestructuras de ocio.
En cuanto a la seguridad, el moderno edificio incluiría la tecnología necesaria para reconocer a sus habitantes por sus rasgos faciales, explican sus creadores, que ya han patentado el colosal proyecto ecosostenible. Sin embargo, el director general del Instituto Internacional para el Desarrollo Urbano, Martijn Kramer, pone en cuestión no la viabilidad del proyecto, sino su atractivo para el ciudadano medio, preguntándose si el ser humano quiere vivir dentro de un edificio de 2.5 kilómetros cuadrados más parecido a una máquina que a una gran ciudad.

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